Durante mucho tiempo escuché opiniones de “expertos” que señalaban el peligro que se avecinaba con los mercados de derivados a largo plazo. Se habló mucho de la burbuja financiera en torno a las hipotecas en EEUU. Pero otros “expertos” desmentían esas teorías e invitaban a la gente a comprar y consumir más y más. El viejo truco de las
pirámides financieras engañó a una cantidad absurda de inversionistas, y no siempre se trata de personas carentes de capacidad de análisis de los riesgos de una inversión, como quedó demostrado en el caso Madoff, porque la codicia no es clasista.
En un mundo que dejó atrás la Guerra Fría, que vio la caída del Muro de Berlín como una señal de encauzamiento ideológico global, que olvidó las antiguas divisiones entre Capitalismo y Socialismo, parecía absurdo pensar que algo podría salir mal.
El mundo se dedicó a producir, a crear riquezas, a buscar espacios políticos que permitieran una mejor distribución de esas riquezas, pero, sobre todo, la caída ideológica de la Unión Soviética y la unificación de Alemania, parecía un campo fértil para demostrar que el consumo es el motor del desarrollo económico de una nación. Puede que me equivoque, puede que no, pero lo cierto es que el mundo se ha dedicado a crear bienes de consumo y la estabilidad del sistema se ha dejado recaer sobre los hombros, o las tarjetas de crédito, de los consumidores.
La crisis económica mundial no ha pasado y quizá no ha tocado fondo. Se espera, casi en un estado de contemplación religiosa, que el aumento en el consumo de países como China, India y Corea, logren sostener la economía mundial hasta que EEUU y Europa logren recuperarse. América Latina, según los expertos, tendrá un papel preponderante en esta nueva etapa de la historia económica mundial, porque supuestamente va a crecer y ese crecimiento será traducido en mayores niveles de consumo… y empieza la rueda a girar otra vez.
Yo pienso que esta crisis puede ser una oportunidad de repensarnos como agentes económicos mundiales, qué consumimos, por qué lo consumimos, cuáles son las necesidades reales que tenemos como consumidores y cuáles son productos de los excelentes comerciales con los que nos bombardean diariamente. Hay demasiadas aristas en este problema, en donde la brecha social se abre cada día más, donde el planeta recibe millones de toneladas de basura emanada de los hogares que eligen botar la licuadora del año pasado porque hay una más moderna en oferta, donde usted posiblemente botó ese televisor que estaba en buen estado pero que no combinaba con los muebles nuevos… ¿Qué estamos haciendo como consumidores?
Yo amo la libertad, pero sé que hay mucha gente que no sabe qué hacer con ella y la canjea por una tarjeta de crédito. Hay muchos esclavos que, sin saberlo, se dedicaron a llevar esa parte fea del capitalismo en sus hombros y consumen como parte de su rutina de enajenación. Si hoy nos dicen que el problema es que no hay suficiente consumo, quizá sea bueno revisar ambos lados de la ecuación de equilibrio oferta=demanda. Sin embargo, para encontrarnos con un nuevo equilibrio económico, vamos a tener que repensar el tipo de sociedad que queremos o, por el contrario, tendremos que definir qué clase de economía deseamos para entonces encontrar un nuevo equilibrio social.
En definitiva nuestro actual sistema es piramidal, ¿ trataran de crear un sistema mas eficiente?, o buscaran otra fuente de engaño ....... creo que haran esto último porque los máximos responsables de esto aun siguen en sus puestos, asi que tal vez la proxima gran mentira sean las energias renovables, seria el nuevo timo ideal despues de lo que esta pasando con las energias nucleares, aunque no soy un experto en economia global, me quedo como fisico con la esperanza que tenia Einstein......
“No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis, es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar superado.
Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones.
La verdadera crisis, es la crisis de la incompetencia.
El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos.
Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla.”
Albert Einstein.
1879-1955.